Luz, materia y memoria
El Instituto Francés de Barcelona se configura a partir de un volumen principal hermético y sólido, que busca la introspección y el control de la luz natural en un entorno urbano que no era del agrado del arquitecto. Estas características contrastan con la apertura visual de otras obras de Coderch, como la Casa Rovira en Canet de Mar.
La propuesta consiste en una intervención crítica mediante un volumen escultórico que reinterpreta la arquitectura de Coderch a través de la luz, la ligereza y la transparencia, desde una mirada más abierta y sensible.
La estructura proyectada está compuesta por tres niveles construidos con listones de madera de pino, un material económico, duradero y reutilizable. Su ritmo se vuelve progresivamente más ligero y permeable, en contraste con la pesadez del edificio original, transformándolo en una composición etérea, abierta a la luz natural.
En el centro, un cilindro de varillas metálicas cubierto de enredaderas rompe la rigidez del conjunto y ofrece un refugio de contemplación. En su interior, gradas circulares invitan a detenerse y observar el movimiento de las sombras a lo largo del día, creando un espacio aislado pero conectado con el entorno.
El pavimento, con patrones curvos en cerámica y cemento, suaviza la geometría rígida del edificio y propone nuevas formas de recorrer el lugar.
A nivel técnico, la intervención se apoya en una base de hormigón reforzado con fibra de vidrio y pavimento de cemento pulido. Los materiales, funcionales y asequibles, permiten un montaje ligero y una instalación respetuosa con el lugar.
Este proyecto rinde homenaje a Coderch, pero también lo cuestiona, revelando su legado desde una experiencia espacial construida con luz, materia y memoria.
