Fem Carrer

La necesidad de sentirnos libres y conectados es un rasgo heredado de nuestro pasado más lejano; y eso debe reflejarse en nuestra forma de proyectar. Pero, ¿como se puede traducir esto en el diseño de nuestros hogares futuros? ¿En que debemos pensar? Para suplir estas necesidades, deberíamos empezar no solo trabajando en el diseño de nuestras casas, sino también en el diseño de las grandes ciudades y sus espacios públicos, y sobretodo en nuestra manera de conectar. Todo esto en conjunto nos lleva a una profunda reflexión sobre el concepto de comunidad. Una comunidad, por definición: es una congregación de personas que viven unidas bajo ciertas reglas, y que, en muchas ocasiones, tienen una serie de intereses y necesidades comunes. Pero entonces, en base a eso, ¿no somos todos hoy en día entonces una gran comunidad? ¿No son todas las ciudades también super comunidades con necesidades parecidas a las que podría tener una gran familia? La respuesta es un rotundo “sí”. La ciudad es un hogar permanente y atemporal, que estará durante generaciones y generaciones presente, acompañando a las familias que pasen por ella con el mismo cariño con el que los individuos que la habitaron la cuidaron en el pasado. Y por eso es de vital importancia construir una ciudad común, y cuidarla, y construir con y para la comunidad, creando espacios públicos, comunes, donde todos los habitantes tengan la oportunidad de encontrar su hogar en la gran ciudad y sus habitantes. Una ciudad necesita un patio y una plaza; necesita contacto familiar y un abrazo. Una ciudad necesita nutrirse de esa sensación de seguridad que te brinda el hecho de conocer a las personas. Necesita estar sana y cuidada; y sobretodo necesita cariño y una profunda reflexión en su forma de construirse y organizarse.

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